Ensayo general de “La
torre de Babel”
(Estos
ejemplares de parlanchines no son reales.
Todos
son productos de la imaginación.)
El “abeja”: Puede morder,
más el tono de sus palabras es dulcísimo.
El “artista”: Mucha retórica
para escucharse a sí mismo. Le encanta que lo alaben, aunque lo disimule.
El “champagne”: Es
ingenioso y gracioso. Tiene chispa. Capacidad para enamorar y enamorarse. O
para ofrecer un rato agradable.
El “chupón”: Ejemplar muy
común. Acapara toda la conversación. Te deja sin palabras.
El “erizo”: Autista. Huye
de la conversación, está deseando irse.
El “jirafa”: De voz
engolada, arrastra las palabras y se cree único en el decir. No puede vivir sin
descollar por encima de los demás.
El “laberinto”: Carrilea
sin parar. Se sabe por dónde empieza, pero no por dónde va, ni cómo termina.
El “matemático”: Habla con
escuadra y cartabón. Sus palabras son precisas y suficientes.
El “metralleta”: Lengua
viperina. Rápidos y agresivos. Muy frecuente en la política.
El “monja”: Es una modalidad
del monotemático. Habla para corregir los comportamientos de los demás.
El “monje”: Voto de
silencio. Austero. Parco en palabras. No las desperdicia.
El “monotemático”: El más
genuino loro. Solo habla de fútbol o de trapos, de religión o de política.
El “pozo”: Hombre tan
grave que expresa treinta y tres mil ideas antes de llegar a una conclusión. Nunca
se ríe.
El “vampiro”: Lento y
prolijo de verbo, te chupa la sangre.
El título o nombre de la entrada te atrapa y te hace ir corriendo a leerlo. Sonríes mientras vas, lo lees ávidamente y te propones volver a releerlo más pausadamente para comprobar a qué clase de loro perteneces (pertenezco), además de disfrutar de su lectura. A algunos ya les he puesto nombre. Me encanta.
ResponderEliminarMe alegra que te guste. También me agradaría saber quién eres. Muchas gracias.
ResponderEliminarPerdón, pero como entro como anónima, se me olvidó despedirme con mi nombre.
Eliminar(Ana)
Ana, guapa, muchas gracias. Un besito.
ResponderEliminarComo a "Anónimo-Ana", me ha gustado mucho. Es verdad que te atrapan el título, el autor y el afán de verte reflejado en alguno de los tipos de loro. Llegas a dos conclusiones. La primera, agradable, es que no te identificas con ningún tipo, aunque se te vienen distintas personas en cada uno;la segunda, tras una relectura, es que tienes algo de casi todos: ¡increíble!
ResponderEliminarEnhorabuena!!!
Gracias Ignatius. Son tipos y, afortunadamente,la mayoría somos más normales. Para mi, el tipo que más me gusta es «el champagne». Un abrazo.
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ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo a "Anónimo-Ana", me ha gustado mucho. Es verdad que te atrapan el título, el autor y el afán de verte reflejado en alguno de los tipos de loro. Llegas a dos conclusiones. La primera, agradable, es que no te identificas con ningún tipo, aunque se te vienen distintas personas en cada uno;la segunda, tras una relectura, es que tienes algo de casi todos: ¡increíble!
ResponderEliminarEnhorabuena!!!
¡ Es buenísimo ! Hay que releerlo dos o tres veces para buscar el casillero de uno mismo y para tratar de situar al entorno más cercano. Me ha gustado, si señor.
ResponderEliminarY aunque no sean casillero perfectos, lo cierto es que cada uno se puede hacer su propio autorretrato sin temor a equivocarse.
Somos fauna humana pero fauna al fin y al cabo. Incluso como en esta caso, fauna humorística. No siempre es así.
Gracias por compartir la entrada.(jaem)
Jose, has dado en la clave. Este pequeño trabajo fue fruto de unos instantes de humor. Un fuerte abrazo.
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