jueves, 9 de abril de 2020

Desvaríos de un demente


Qué Dios bendiga a los creyentes y la Naturaleza honre a los agnósticos. ¡Qué Dios y la Naturaleza no se contradigan!

Dijo un amigo a otro: "Aquel hombre es un ser extraño". Le contestó su compañero de paseo: "Sí, seguro, como todos". El primero dijo: "Pues sí".

Duermevela: Para algunos hombres la pereza es dulce y suave; la somnolencia producida por la modorra es su ideal. ¡Qué agradable unos gramitos de elegida estupidez!

En la vida tenemos dos opciones: la angustia y el humor. Con el humor se sobrelleva la angustia. En todo caso, es mejor que la histeria colectiva. La risa alivia la pesadumbre de vivir.

Cuando nacemos el espíritu de los hombres está vacío de contenido, limpio y sereno como el azul. Tabula rasa. Es la inacción en medio de un ajetreo de acciones. Alejarse del ruido y del escándalo, incluso informativo, es una señal de inteligencia que vuelve al origen.

Antes de la oralidad estaba el silencio. Ahora, el silencio vence a la palabra.  Las palabras engañan, sobretodo la palabra hablada. O ha sido al revés: las palabras han sepultado inexorablemente al silencio.

Los intereses se disfrazan de ideas; como el cuerpo solo aparentemente se guía por el alma.

El día que tire la toalla. ¡Ay... el día que tire la toalla...! Se acabó todo, qué triste. Resurjo de las cenizas pero algún día me achicharraré sin retorno.

Es inmoral todo lo que impide la voluntad de vivir de una manera natural, según el criterio íntimo.

Si nadie nos avisó el día que nacimos, ¿por qué nos avisa la muerte con sus signos: el deterioro y las enfermedades? ¿Quién diseñó este tránsito?

El laicismo sigue amarrado a la tradición cristiana. La culpa y el miedo sobrevive en el  libre pensamiento después de la Ilustración.


Unas palabras que no son mías para terminar:


¡Intereses del mundo, no valéis lo que un suspiro!


Benito Pérez Galdós, Trece cuentos, La princesa y el granuja, Editorial Edaf, Pos. 2104