viernes, 25 de mayo de 2018

Pajaritos en la cabeza


Levanta los brazos; abre las manos; sostén tu cielo.

Tú sabes: ¿Qué pasa con el mundo? Bajo el cielo azul una pelota roja de goma  rodaba en la azotea.

Naufragios en el Mediterráneo. “Quien toma parte en el pecado de homicidio, también es un homicida”. Stefan Zweig, Los ojos del hermano eterno, Acantilado, pág. 19.

“Las gentes de corazón limpio gritan asiduamente y en todos los idiomas: “No hay derecho””.

Miro, y sonrío. No porque me guste lo que veo. Sino porque no miro lo que no me gusta.

Vivía del fantasma del oropel que invadía todo su ser.

El erotismo es a la pornografía lo que la poesía al panfleto.

Decía una filósofa a su colega: ya que no somos profundos, seamos oscuros.

La religión positiva, la religión oficial, es la manifestación más elaborada de la hipocresía. La apelación a lo divino y lo demasiado humano conviven en perfecta armonía.







Evocaciones de unos versos de Machado

“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.”
Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te volviera a sentir
en el corazón clavada.”

        Versos extraídos de “Yo voy soñando caminos”, Soledades XI, Antonio Machado.

Reconozco que no es muy ortodoxo trocear un poema para entresacar unos versos. Pero este par de cuartetas, no consecutivas en el poema completo, llegaron como un obús a mi mundo imaginario y sentimental.
En el conjunto del poema, Antonio Machado, paseando por los senderos, mientras observa la caída del atardecer, fantasea sobre la vida y sus caminos, con un cierto aire de tristeza.
Triste es, también, cualquier ruptura de amor, de cualquier amor, vivo o muerto. De una persona, de las personas, de los objetos que amamos.
¿Quién no ha dejado en el camino amores posibles o reales? ¿Quién no se ha sentido alguna vez abandonado? ¿Quién no ha tenido que arrancarse, alguna vez, espinas de amor o desamor? ¡Ay, si el amor fuera siempre correspondido, eterno, sin contratiempos!
La espina de una pasión. ¡Qué imagen! Junto a la expansión ardiente de la felicidad, la zozobra de la incertidumbre, el fracaso o el paso del tiempo. El tallo de las rosas está cubierto de espinas. Y es que la vida es (tan) paradójica.
Qué ligeros pasamos por el lado de las personas que nos quieren. Nuestra vida, a veces, se bifurca, abandonando afectos regalados. En ocasiones, acontecimientos inesperados nos alejan de senderos que hemos amado.
Arrancarse la espina de una pasión, sea una decisión libre o forzada, siempre es doloroso. Extirpar la belleza de la vida. Perder la ilusión. Quebrarse el valor de las palabras. Extravío del sentido. Soledad abismal. Muñeco volátil, desarraigado.
Qué fácil se torna, entonces, el camino hacia el desconcierto, la distancia, la desconfianza, la indiferencia, la desesperación, el odio, la venganza… El corazón está calcinado y gélido en este tiempo, en ese instante.
Por eso, en casos extremos ocurre lo peor. Como en el cuento “El amor asesinado” de Emilia Pardo Bazán, donde una joven descubre el Amor por primera vez, sin vincularse a ningún ser concreto y trata de extirparlo. “El Amor a quien creía tener en brazos, estaba más adentro, en su mismo corazón, y Eva, al asesinarle, se había suicidado” (Cuentos de amor, Emilia Pardo Bazán, Pos. 119).
Parece que Machado ha vivido algún fracaso de amor y aun así lo anhela. Deseamos vivir apasionadamente, ver amanecer, refrescar nuestra mente, abrazar el calor de la pasión, sentir estremecerse nuestro ser al roce de una nueva caricia. “Aguda espina dorada, quien te volviera a sentir en el corazón clavada”. Es un canto a la vida. Por mucho que las heridas nos entristezcan, a veces profundamente, hay que resurgir, retomar la ilusión, construir nuevos caminos. Son períodos de retroceso y estancamiento para volver a dar el salto a la alegría. De las heridas, de las sombras, solo quedarán los recuerdos.
Mª Victoria Atencia (“Como las cosas claman” Antología poética. Editorial Renacimiento, pág. 192) expresa el gozo de vivir aun en la incoherencia: “Bendita seas, discordia constante, vida”.





jueves, 10 de mayo de 2018

Aforismos de Pepito Grillo en "Silencio en el Gallinero"

    “Soledad granítica, soledad menesterosa, soledad ignorada. Soledad”.

    “No sé si es la locura la que lleva al silencio; o es el silencio el que lleva a la locura”.

    "¿Cómo taladrar el hermetismo? Sudores del alma".

     “Si me alejo… me muero; si me acerco… me mata”.

    “El silencio es el nutriente del alma”.

    “No puedo escaparme del concepto. ¡Qué feliz la cabra!”.

    “Cuando la bestia se despierta, la razón se esfuma”.

    “Sacar el cien por cien de nosotros mismos: la pretensión de los agujeros”.

    "Los sistemas filosóficos son a la verdad, lo que la revelación a la religión o el cambio social a la política. Palabras huecas".

    “La estadística feminista,  la nueva religión del siglo XXI”.


miércoles, 9 de mayo de 2018

Reseña: Biografía del silencio, de Pablo D'Ors, Ediciones Siruela, 2012


    La mente es muy canalla. Engulle toda la vida. Pensamos, pensamos y… pensamos. El término omnipresente del mundo moderno es el “análisis”: de sangre, estadístico, económico, político, psicológico… Descomponer, fragmentar, la parte por el todo… ¿Y cuándo componemos? El término “análisis” adquiere su relevancia actual gracias al filósofo del racionalismo moderno René Descartes.

    El gran error de la filosofía occidental es haber puesto a la razón como atributo principal del hombre, anteponiéndola a la vida, negando los sentimientos como forma inferior de conocimiento; ya lo hicieron ver Nietzsche u Ortega. ¡Cuánto aprender de la filosofía y las religiones orientales!

    El que sepa interpretar el título de este blog “Silencio en el gallinero”, en alguna de sus múltiples evocaciones, podrá comprender la importancia que tiene para mí el silencio. Es el ámbito desde el cual el ser se puede encontrar a sí mismo; la unidad, la “síntesis” contrapuesta a toda fragmentación, la superación del haz de contradicciones. La búsqueda de uno mismo entre el ruido y la furia. El sosiego, la paz, para afrontar el mundo con serenidad y equilibrio. Instinto, emociones y razón en un todo; intuición primaria o artística frente a tanto desgaste analítico infructuoso.

    Por eso, me gusta “Biografía del silencio” de Pablo D’Ors. Sacerdote católico y escritor, nieto del ensayista y crítico de arte Eugenio D’Ors. En 2014 fundó la asociación “Amigos del desierto”, cuya finalidad es profundizar y difundir la dimensión contemplativa de la vida cristiana. Fue nombrado consejero del Pontificio Consejo de la Cultura por designación expresa del papa Francisco.

    Está emparentado con la literatura de Franz Kafka, Hermann Hesse y Milan Kundera. Su maestro espiritual es Elmer Salman del que valora sus luminosas palabras y su sentido del humor. También recoge influencias del budismo zen.

    Los obispos españoles José Ignacio Munilla, prelado de San Sebastián y José Rico Pavés, auxiliar de Getafe lo acusan de hereje y de escribir “dislates”.

    La meditación es el núcleo de “Biografía del silencio”. Según Pablo D’Ors, la meditación es el arte que hace enriquecedor al silencio.

    “Meditar es… observar los movimientos de la propia mente… Porque mientras se observa, la mente no piensa. Así que fortalecer al observador es el modo para acabar con la tiranía de la mente…” (Pos. 483 del eBook).

    “Sentándome y observándome he posibilitado esos chispazos o intuiciones que me han descubierto quién soy mucho más que reflexionando sobre mi personalidad por la trillada vía del análisis. Cuando me siento y me observo… me vuelvo a descubrir fuera, generalmente fantaseando –soy un tipo muy fantasioso-; o elucubrando –soy también bastante especulativo-; o preocupado por algo que me acecha en el futuro –como a casi todos los seres humanos, me angustian algunas cosas-,…” (Pos. 492).

    “… Tanto más se piensa, tanto más se debe meditar: esa es la regla. ¿Que por qué? Pues porque cuanto más llenamos la cabeza de palabras, mayor es la necesidad que tenemos de vaciarla para volver a dejarla limpia” (Pos. 342).

   “La práctica de la meditación a la que me estoy refiriendo puede seguramente resumirse en saber estar aquí y ahora. No otro lugar, no otro tiempo. Esto significa que se trata de una práctica de re-unificación, de re-unión. Queremos estar con nosotros…” (Pos. 597).

    Mi única discrepancia con el autor se ciñe a un párrafo:su visión conservadora en cuanto a la necesidad de transformación de la realidad. La meditación no implica necesariamente una aceptación pasiva de la injusticia o la hipocresía social.

    Por último, recojo algunas otras citas que me gustan:

    “… para vivir o para amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener, sino desprenderse.” (pos. 128-132).

    “Los seres humanos solemos definirnos por contraste o por oposición, lo que es tanto como decir por separación y división. Pues es así, dividiendo, separando y oponiendo como precisamente nos alejamos de nosotros mismos.” (Pos. 238).

    “… Vivimos ebrios de ideas e ideales, confundiendo vida y fantasía… cualquier vida, es mucho más hermosa e intensa que la mejor de las fantasías…” (Pos. 246-250).

    “… Para el hombre que medita –hoy lo veo así-, no hay distinción entre sagrado y profano” (Pos. 320).

    “… más de un ochenta por ciento de nuestra actividad mental –y es probable que me haya quedado corto en esta proporción- es totalmente irrelevante y prescindible, más aún, contraproducente. Es mucho más saludable pensar menos y fiarse más de la intuición, del primer impulso… Pensamos mucho la vida, pero la vivimos poco…” (Pos. 333-338).

    “… Es en la nada donde el ser brilla en todo su esplendor… La meditación apacigua la máquina del deseo y estimula a gozar de lo que se tiene.” (Pos. 386).

    “… nos cuidamos mucho de evitar la comparación entre unos y otros, que es siempre lo que destruye cualquier agrupación humana.” (Pos. 620).

    “… yo no soy aún quien verdaderamente soy, sino todavía alguien demasiado artificioso e innecesariamente complejo.” (Pos. 641).