Me
recomendó esta novela un amigo, escritor de prensa. Había yo leído Mercado de espejismos y no acabé
satisfecho. Mi amigo insistió en que leyera ésta y acertó. Es una novela
desenfadada, fresca, divertida e ingeniosa, impregnada de un amplio sentido del
humor.
La
trama cuenta la historia del pícaro moderno Antonio Jesús Escribano Rangel, una
vida llena de peripecias de supervivencia, donde el azar y la truculencia hacen
acto de presencia: trabajos precarios, prostitución, drogas, pequeños robos,
trueques; todo para asegurar el alimento y un poco de jolgorio y fiesta,
acompañado de diversos personajes de distinto pelaje propios de la época:
principios de los setenta.
La
acción se desarrolla en Rota, Cádiz, El Bosque y Sevilla; mencionando calles,
bares y lugares de todos los paisanos conocidos.
El
tono de la novela se manifiesta en un concepto que Benítez Reyes utiliza en
varias ocasiones a lo largo de la novela: Chilindrina, a saber, cosa de poca
importancia; anécdota ligera, equívoco picante, chiste para amenizar la
conversación; chafaldita (pulla ligera e inofensiva).
Los
amores que aparecen a través del argumento lo son de intereses mutuos, de
utilización consensuada, de desilusión compartida. El papel de la mujer queda
en segundo término; no hay una protagonista estable que acompañe a Antonio.
Solo al final de la novela.
Aunque
diversos comentaristas hablan de obra autobiográfica, y sin duda algunos
elementos habrá, no me puedo creer que Felipe Benítez Reyes haya vivido en sus
carnes todas y cada una de las pequeñas anécdotas que va contando. Se trata,
pues, a mi modo de ver, de una mezcla de vivencias y ocurrencias ingeniosas,
enriquecida con un rico vocabulario. Como lo son todas las obras literarias de
calidad.
Recuerda
que la vida no es orden y regularidad. No existe la Providencia ni ninguna
Filosofía Lógica que hilvane el desarrollo histórico de la realidad. Solo caos
y aleatoriedad, como exponen algunas nuevas corrientes de la ciencias sociales.
En este contexto, el personaje se va acercando a otras personas, que
generalmente conoce a través de bares, para sacar lo que puede a cambio de
humillaciones, a las que se va sobreponiendo.
No
obstante, entre tanta chilindrina amena y simpática, va dejando caer Felipe
Benítez Reyes toda una fenomenología de la vida en expresiones que se mezclan
con las vivencias del protagonista. Enriquecen y dan sentido a lo que podría
parecer una historia vana e intrascendente; todo ello sin perder ni un ápice de
sentido del humor.
Por
ello, en el siguiente escrito, he recogido una selección exhaustiva, para no
aburrir, de algunas citas del libro de Benítez Reyes. Espero que ustedes sepan
apreciar la agudeza y sencillez de esas expresiones.
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